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lunes, 21 de noviembre de 2011

El easy-way (o camino ancho).

"Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios". Hechos 14:22.

De entre muchas mentiras que he escuchado en torno a la vida del cristiano, es que es fácil, o peor aun, que "debiera" ser fácil. Y me atrevo a emitir un juicio tan firme, porque me resulta indignante que más y más líderes y predicadores, sigan presentando un Evangelio a la más descarada versión del "easy-way"; y la realidad del caso, es que jamás fuimos llamados a ser la elite acomodada y pedante de la sociedad, sino a ser Hijos de corazón humilde.
La palabra, a través de íconos teológicos como lo fueron los apóstoles, nos dejan claro un mensaje: "bienaventurados aquellos que sufren a causa del Evangelio..."; tal mensaje me lleva a cuestionarme: ¿A caso somos superiores a aquellos grandes hombres como para adquirir una actitud soberbia e ir por el mundo proclamando que el camino "debe ser" fácil? Ahora, a quienes exponen la verdad de Dios a la luz de las escrituras se les llama "Legalistas", "cuadrados" y hasta "anticuados"; mientras a aquellos que montan un espectáculo de emociones y palabras huecas y humanas, se les llama "ungidos". Y en este punto se cumple la palabra que nos anuncia que a lo bueno llamarán malo, y a lo malo bueno.
No pretendo que las personas que leen esto cambien de opinión, simplemente que nos sumerjamos en la palabra de Dios, si es que nos interesa Dios, y que aprendamos a vivir coherentemente con la fe que predicamos. Dios te bendiga.

martes, 15 de noviembre de 2011

Intimidad: ¿realidad o falacia?

"he aquí, Tú amas la verdad en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender Sabiduría" Salmos 61:6.

En lo personal, las experiencias más maravillosas que he vivido con Dios han sido en secreto, en lo íntimo; son cosas que sólo Él y yo conocemos, situaciones que alguna vez vivimos en la intimidad, en los instantes en donde he podido alejarme del universo y construir un mundo paralelo en donde sólo estamos dos: Dios y yo.
Creo que hasta este punto, mucha gente me dará la razón, pero, ¿qué hay de la constancia con que nos damos la oportunidad de experimentar momentos de intimidad? Ayer por la tarde, mientras escuchaba las noticias camino a mi casa, una cifra me alarmó terriblemente: en México, el 60% de los matrimonios que viven juntos, no tienen relaciones íntimas. Y, digo, me alarmó, porque si trazamos un paralelo entre lo que es el matrimonio y nuestra relación con Dios, encontramos similitudes, y tristemente, muchos de nosotros tenemos relaciones secas, frías e insípidas con Dios; nos conformamos con un día de iglesia, abrir la biblia de vez en vez (para no perder la costumbre...), y levantar una oración cuadrada (que de tan monotizada que tenemos, se ha convertido en rezo).
Y mientras tanto, Dios nos sigue llamando cada día, sigue buscando la oportunidad de encontrarnos en el momento íntimo, hablarnos y mostrarnos su Sabiduría. Termino con una pregunta ¿Cuándo fue la última vez que estuviste a solas con Él? Si no sabes la respuesta, debes saber que tienes un problema. La gente -especialmente los cristianos- vive momentos de soledad, abandono, y aislamiento, sin saber que todo esto es resultado de nuestro alejamiento íntimo con Dios, de vivir con Él sin Vivirlo.
Nunca es tarde para reavivar la llama de la pasión, mientras haya vida, habrá una nueva oportunidad. Dios te bendiga.

sábado, 16 de julio de 2011

La teoría del caos.

Comienzo esta entrada con una frase que ha sido trascendental para mi vida, y que, sinceramente, la tomé de una película cualquiera: "el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo". Ello me remite a la teoría del caos, que consiste en que en un ambiente totalmente integrado como el nuestro, la más mínima variación puede causar una consecuencia que afecte el todo. Esto, en términos humanos y prácticos, significa que la más pequeña decisión puede modificar el plan perfecto que tiene Dios para nuestras vidas.

Desperté un sábado como cualquier otro. Un poco de oración matutina, un poco de lectura, y un desayuno generoso al lado de mi familia, una familia ideal en la que todos vivimos en armonía. Esa mañana el transcurrir del día parecía perfectamente normal, con un ambiente hogareño impregnado de la presencia de Dios y en donde abunda el respeto y la armonía común. Durante el desayuno comentamos un poco de asuntos de la iglesia, un poco más del partido de futbol de anoche en el que convertí el gol con que ganamos el partido, y un mucho sobre mi viaje del próximo fin de semana. "Debes comer suficiente proteina... y durante los entrenamientos de la semana pon especial atención en el toque con la pierna izquierda, se nota un poco débil..." -comentaba mi padre sin parar, mientras le daba un sorbo al café y mordía el pan con mermelada que tenía en la mano izquierda. Yo estaba realmente contento y emocionado, estaba justo a una semana de tomar el avión que me llevaría a Londres para formar parte de uno de los grandes clubes de Europa. Mi vida era de ensueño: hacía una semana que cumplí 19 años y mi club me dió de regalo un BMW Z4 oliendo a nuevo, mi nombre estaba escrito en todas las primeras planas, en los noticieros; y en los estadios la gente coreaba al unísono mientras los niños usaban camisetas con mi nombre en la espalda. Nunca olvidaré las palabras de mi madre en esa mañana: "hijo, esta noche tenemos servicio de oración en la iglesia, y ahora que tienes el fin de semana libre, la gente esta emocionada con tenerte ahí", a lo que contesté con mi reciente apatía y soberbia un "tal vez".
En realidad no me importaba tanto ir a la iglesia, era mi último fin de semana en México y solo quería pasar un buen rato con mis amigos, tener una digna despedida. Transcurrió la tarde normal. Un poco de videojuegos, una ciesta vespertina y los arreglos para la Gran Noche.
Llegó la noche esperada. Vestí mi mejor traje, mi mejor loción, me subí a mi auto y emprendí el camino al más prestigiado club nocturno de la ciudad. Al llegar -como en todos lados- la gente inmediatamente me reconoció y me hicieron pasar por delante de todos los que llevaban tiempo esperando poder entrar.
Ya adentro me estaban esperando mis amigos y compañeros de equipo, algunos de ellos acompañados de exhuberantes modelos y actrices de esas que no saben actuar, pero que tienen el valor de pararse en el escenario semidesnudas. Yo no acostumbro beber, no me gusta el sabor del alcohol, sumado a que siempre he sido apegado a las normas de casa; esa noche era mi última noche, y no me podría perdonar irme a Londres con mi contrato de 4 años y 7 millones de libras, sin haber brindado con mis camaradas.
Llegaron a la mesa botellas de champagne, whisky y cognac. -Anda bébete una, solo para celebrar-comentó uno de mis compañeros mientras me servía una copa. Me dije a mí mismo: "solo es una, no hay nada de malo". Me levanté a bailar con una de las chicas y seguí bebiendo. Transcurrieron las horas, eran las 3 am y yo estaba completamente ebrio. El piso se movía y la cabeza me daba vueltas. Pedí las llaves de mi auto y me despedí. Uno de mis compañeros me dijo: "te pedimos un taxi, espera". Solo negué con la cabeza y caminé a la salida. Subí a mi auto. Llueve, y mi Z4 corre a 120 km/h. Siento que el auto vuela y yo me siento imponente, poderoso, "no hay nada más seguro que un auto alemán" -me digo en la mente-. La música está en máximo volumen mientras yo me abro el último botón de la camisa, siento una curva cerrada que no alcancé a dislumbrar, freno a tope, y perdí el control del auto; me acabo de estrellar. Me veo encerrado en un montón de fierros, no me puedo mover. Veo mis manos temblando, llenas de sangre; toco mi cabeza con la mano derecha y solo siento la cálida humedad de mi sangre; trato de mover el brazo izquierdo pero es inútil, uno de los fierros la tienen atrapada; Mis piernas, no las puedo mover, están libres pero no puedo moverlas. Debí acompañar a mamá al servicio de oración, fue lo último que pensé antes de perder el conocimiento.

sábado, 4 de junio de 2011

Demasiado tarde

Estaba ahi, parado, inmovilizado por el miedo, mientras por la bocina solo se escuchaba: "...hola, señor González... ¿se encuentra usted ahi? ¿Me escucha?" En ese momento no pensé absolutamente nada, simplemente no recuerdo lo que pasó durante el lapso de dos horas. Lo último que escuché fue el sonido de la bocina haciendo el tono parpadeante de ocupado. Tenía miedo, estaba temblando y las manos me sudaban como nunca; por instantes comenzaban a pasarme por la mente momentos de mi infancia, cuando papá me llevaba al fútbol, cuando me llevaban a la escuela y solía ser un niño sin problemas. Ahora mi perspectiva del mundo había dado un giro de 180 grados. El resto de ese día lo pasé en automático: contestado llamadas, ignorando e-mails y aparentando que nada sucedía. Fue hasta el final de mi jornada laboral que tomé mis cosas, me puse el saco, caminé a mi auto, y lloré. Lloré todo el camino a casa como un niño desconsolado. No sé como manejé todo el camino porque en realidad estaba en estado total de shock. Mientras lloraba pensaba en todas las cosas que viví durante mis hasta ahora 25 años. No sabía qué hacer, aunque en realidad ya no sentía mucho ánimo por nada, era demasiado tarde.
Llegué a casa con los ojos aun hinchados y enrojecidos, saludé a mamá y me enclaustré en mi habitación. Encendí un cigarro y me senté al lado de mi ventana. Pensé en un trago de whisky, pero mi estómago aun estaba inapetente y mi garganta con un nudo tan justo que a penas me dejaba respirar. Me quité la corbata, desabotoné mi camisa y la arremangué hasta arriba de los codos. Estaba sentado justo frente a la foto en la que posaba con mi diploma por aprovechamiento en quinto año de primaria, la analicé y pensé: "daría lo que fuera por regresar a ese día, o al menos por regresar un par de años atrás". Comencé a llorar de nuevo. La botella de whisky guardada en mi armario finalmente me convenció, bajé por unos hielos y un vaso de cristal que decía: "Graduados Instituto Bíblico Generación 2002". Subí las escaleras a mi alcoba  y retomé mi posición en la ventana. A través de la ventana podía ver el cielo, la luna, y por primera vez durante cinco años pensé en la inmensidad del cielo, de Dios y su obra. Serví un poco de whisky en el vaso, y me quedé mirándolo durante unos minutos, ese vaso era el recuerdo de mi graduación del Instituo Bíblico, "esos eran buenos tiempos" -pensé.
En un momento comencé a pensar en lo tristes que serían los siguientes días de mi vida, que por cierto, serían pocos. No sabía cómo iba a decirle a mis padres, pero me aterraba la idea de decírselo a Brenda, mi novia desde hace 4 años. A penas una semana antes habíamos tenido relaciones sexuales por primera vez tras mi estupidos engaños y chantajes para convencerla de que "era una manera de estar más juntos y de confirmar nuestro amor". Ella confiaba en mí, creía en mí compromiso, sumado a la gran habilidad que poséo para convencer a las personas. El solo pensar en eso me hizo odiarme. Ahora comenzaba a ver que la consecuencia de haberme burlado de Dios estaba rindiendo frutos; una vida que siempre fue exitosa, en donde siempre adquirí lo que quise y la gente admiraba mi vida como ejemplo. "En qué porquería me he convertido" -pensé-, si hubiera tenido una arma a la mano no hubiera dudado en quitarme la vida. Malgasté mi vida, las bendiciones, había tirado a la letrina la gracia que Dios me había dado. ¿Qué haré? Pensé en huir, pero eso no arreglaría nada.
Dieron las dos de la mañana, mi cajetilla de cigarros estaba vacía, y el mismo vaso que me había servido horas atrás estaba intacto. Me transporté al momento que destruyó mi vida: "yo en aquel antro, aquella extraña caminando hacía mí, nosotros bailando sensualmente durante un par de horas, en mi auto dirigiéndonos a aquel motel, y finalmente el acto que me hizo estar en el escenario tétrico en el que me encontraba ahora". Todo pasando por mi mente como fotografías taladrando mi cabeza, y poniéndome en el papel que hacía mucho no me encontraba: arrepentido.  "Sólo por un momento...", "solo por un error...", "¿porqué lo hice?", "no debí...", esas eran tan solo unas cuantas ideas que golpeaban mi cabeza de un lugar a otro, que me reventaba las sienes con tan solo recordarlo.
Estaba sentado al lado de la ventana, con la colilla del último cigarro aun en mis dedos, y con las palabras aún resonando en mis oidos: "Señor González, tenemos los resultados de su prueba de VIH... lamento decirle que resultaron positivos".

sábado, 16 de abril de 2011

No tengo tiempo.

 "Para todo hay tiempo" dicta el Ekklesiastes.
Dios es perfecto y por lo tanto su creación es perfecta respecto a sus propósitos. El día, la noche y su duración son elementos equilibrados por cuanto Él es equilibrio. Dios tuvo en su propósito tener una distribución de las cargas de manera que el hombre se desarrollara de una manera óptima, determinó un tiempo para trabajar, un tiempo para descansar y un tiempo para dormir. Dios ha tenido la voluntad perfecta de crear un planeta que diera un giro rotatorio de 24 horas, y un translatorio de 365 días, y eso, no es un error.

Alguien me dijo que conforme vas creciendo el tiempo transcurre más rápido, y segun mi percepción, es una sentencia real. Recuerdo mis días cuando era niño, no importaba nada más que jugar, y de vez en cuando hacer un poco de tarea, pero era todo; el día transcurría muy lento, daban las 9 de la noche y yo no me sentía con la mínima intención de ir a dormir, solo quería seguir jugando. Mi única responsabilidad era sacar buenas notas, portarme como un niño decente, y ser feliz, muy feliz (preferentemente). Las vacaciones eran eternas pues lo único que importaba era pasarla bien, todo el tiempo era diversión, y dedicar una hora al día (a veces menos) a la lectura o al estudio. Entonces no era problema el tiempo, era lo que sobraba más en aquellos días. Ansiaba crecer para poder salir solo a la calle, para manejar mi propio auto, para tener una linda novia como las de la tele, para ser alto y tener barba, para que en la calle me dijeran "Señor", para poder ver películas clasificación C, para trabajar y tener mi propio dinero, para ya no ir a la escuela... sin embargo, ahora las cosas han cambiado. Hoy soy mayor y puedo salir del país solo; tengo mi propio auto pero odio manejar; no tengo novia, y tampoco intenciones ni ánimo de una; tengo una barba que debo cortar diario, combinado con una piel muy sensible (es molesto); soy alto, pero sé que ya no creceré más; algunas veces en la calle me dicen Señor, en el trabajo todo el tiempo me llamán así (o también me dicen "licenciado") eso me gusta; puedo ver películas clasificación C, pero francamente, no se me antojan; tengo un trabajo que me absorbe todo el día, pero me encanta y lo disfruto muchísimo; soy profesionista, pero creo que nunca dejaré de ir a la escuela; el tiempo transcurre cada vez más rapido, los días se me van como agua, las semanas, los meses... pero de vez en vez me tomo un respiro para charlar con un buen amigo, tomarme un café conmigo mismo a solas, disfrutar un buen libro, darme un videojuego, y sobre todo disfrutar momentos de intimidad con mi Dios, platicarle cuánto le amo, y gozarme en su palabra.
Algunos días pienso: "no tengo tiempo", pero inmediatamente me cae un ladrillazo del cielo y me muestra la bondad de mi Dios al saber que todo lo que hago es respaldado por Él, y eso, mi hermano, es una enorme satisfacción. A veces quisiera tener más tiempo, pero medito, y llego a la conclusión de que lo mejor es optimizar el poco/mucho con el que cuento.
No sé si hoy el tiempo me sea suficiente, no sé si me alcancen los minutos para realizar todos los planes que tengo en mente; solo sé que HOY quiero disfrutar mi día como si fuera el último, de manera que, si mañana no amaneciera, moriría satisfecho al saber que hoy valió la pena vivir.

sábado, 2 de abril de 2011

Un Mensaje Difícil.

Era viernes por la tarde y yo regresaba de mi jornada de trabajo, que, normalmente, suele traerme cierta alegría al saber que el fin de semana está a la vuelta. Algunas veces he pensado que el viernes por la noche es uno de los momentos más felices para las personas (incluido yo) por una linda razón: es el momento de la semana más cercano al descanso, y más lejano del lunes; es decir, es el momento de equilibrio perfecto. Mi plan para esta noche: jugar playstation hasta que los ojos se me cerraran solos (un pequeño placer personal que no puedo darme muy seguido, y que esta vez, no sería la excepción).
Venía camino a casa en el camión colectivo que recorre la infinidad del Periférico, leyendo “La sombra del viento”, de Ruiz Zafón; sonó mi teléfono. Era mi madre y me traía una noticia complicada. Colgué el teléfono. De momento cerré los ojos un par de segundos y sentí un vacio en la boca del estómago, cerré el libro que aun permanecía abierto en mi mano izquierda, y suspiré.
En mi cortísima trayectoria como predicador puedo decir que había hablado casi de cualquier cosa, había tocado temas prácticos que, en apariencia, son pocas veces mostrados en un culto, razón que me ha ayudado a perder el miedo a la respuesta del auditorio. Pero esta vez era distinto.
Comencé a pensar, a meditar, a orar. Recorría mi biblia del Génesis al Apocalipsis, pasando y deteniéndome por momentos en las Cartas Paulinas, encontrando destellos de lo que pudiera ser el elemento central del mensaje que debía dar esa noche. Hasta entonces, me enfrentaba a un reto complicadísimo; consideraba aquel tema como uno de los más difíciles, por el momento que atravesarían las personas que iban a escucharme, por la situación que debía tocar, y porque para algunas personas resulta totalmente de mal gusto el hecho de hablar lo que la biblia dice al respecto.

Confieso francamente que tenía un poco de temor. No sabía qué iba a decir, o al menos, que debía decir. Bajé del camión y caminé hacia mi casa. En ese trayecto pensé qué debía hacer. Existe algo que me ha caracterizado siempre: la adicción a los retos. Lo que entonces estaba pasando era un reto nuevo, por lo que al llegar a mi casa y ver a mi madre le pude decir con toda convicción: “yo lo preparo, déjamelo a mí. Entré a mi casa y abrí mi computadora. Traté de buscar alguna referencia que fuera el parteaguas para mi mensaje pero fue inútil, perdí casi una hora y tenía el tiempo encima: debía preparar un tema sobre una situación por de más difícil, para un auditorio 80% no creyente, y solo tenía media hora. Naturalmente, hice lo que se debe hacer en estos casos, y que lo mejor sería hacerlo en todos los casos: doblar las rodillas y preguntarle al Jefe qué hacer. Oré a Dios y al abrir mi biblia me encontré con Filipenses 3:20:

Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; (21) el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”

Vualá, tenía mi punto de partida. Una lección más a mi haber, de la cual tomé nota: “Recurrir primero a Dios; posteriormente, recurrir a lo que Dios mismo indique. Bastaron unos minutos para que las ideas comenzaran a llegar a mi cabeza, el speech se formulaba poco a poco en mi cerebro, el tema se estructuraba en mi mente como un rompecabezas que tomaba forma palmo a palmo.

Llegó la hora. Entré junto con mi gente a la casa que guardaba el luto. El ataud con nuestro Hermano en la Fe yacía en el centro de lo que días atrás fue su habittación. La imagen sepulcral del lugar hacía temblar la piel al observar el llanto de los asistentes a la ceremonia fúnebre; un fuerte olor a muerte penetraba incluso las paredes, y movía los sentimientos hasta del más fuerte. Nos adentramos en la habitación. Mi Madre, valiente, se adelantó rompiendo el silencio del lugar, al hacer una oración a fuerte voz. Aparentemente un pequeño grupo de personas comenzó a juntarse a su alrededor, escuchando con silencio y respeto algunos, otros acompañándola en ruego. Terminó mi madre diciendo: “a continuación escucharemos un mensaje”. Ahí estaba yo: con la firmeza de rostro que me caracteriza al pararme frente al púlpito, la posición erguida y la convicción de quien se para a ejecutar un tiro penal, de quien toma el balón y puede decir: “yo lo hago”. Conforme salían de mi boca palabras, aquella escena obscura y funesta se convertía en un lugar de gozo y paz; al escuchar entre la gente cada vez más “amén” tomaba la confianza de continuar, incluso de sonreir un poco. Terminé un breve mensaje de aproximadamente veinte minutos y pude ver la satisfacción en las caras de mis oyentes. Terminamos el servicio con alabanzas y cantos alegres: lo que en teoría debe ser una ceremonia seria y llena de tristeza, terminó siendo una total fiesta.

Quizás algunas personas consideraron inapropiado lo que hicimos, tal vez piensen que fue una falta de respeto. Pero en definitiva, cuando un Siervo de Dios muere, automáticamente pasa a la Presencia de Dios; y eso, es absolutamente un motivo de mucho gozo, no de tristeza. Nuestro Hermano Manuel Flores hoy se encuentra en un lugar que es mucho mejor de lo que hoy vivimos ¿Pobre Manuel? No. Pobres nosotros, por tener que continuar la carrera que, dignamente, Él hoy ha terminado.

Hno. Manuel Flores: Descanse en Paz (y seguro que hoy lo está haciendo).


sábado, 26 de marzo de 2011

Romanos 12:9. El Amor sea sin fingimiento

Es inexplicable el hecho de que algunas personas logren fingir un sentimiento único en la vida de los seres humanos. Es complicado pensar que la maldad de las personas ha llegado a tocar el punto de simular las cosas maravillosas que Dios ha hecho para que el hombre se goce; sin embargo recordemos que la principal estrategia de satanás es imitar lo que Dios hace, de manera que la gente se confunda, o bien que aberre contra lo que Dios ha establecido.
El amor, como bien sabemos es señalado en las Escrituras como una cualidad, como la capacidad de sentir aquello que Dios ha preparado unicamente para sus hijos. Eso, aquella paz que sentimos al hacer su voluntad, la tranquilidad de saber que Él está a nuestro cuidado y que todo estará bien, eso es el amor de Dios para nuestras vidas. Por lo tanto, Dios nos manda a amar a nuestros semejantes, en el famosísimo pasaje en el que cuestionan a Jesús acerca del mayor mandamiento: primeramente nos dice que debemos amar al Señor nuestro Dios, pero en segundo lugar nos llama a amar a nuestros prójimos como a nosotros mismos; no obstante, Jesús acota con la determinante frase en Marcos 12:31: “el segundo es semejante...” No hace falta ser un sabio para cerciorarse de que para Dios es tan importante que le amemos a Él, como a nuestros semejantes.
Quisiera aclarar un punto clave en esto: la palabra semejantes. Dentro de la clasificación “semejantes” no solo están incluidos aquellos que conocemos como Hermanos en la Fe, sino engloba a todo aquel que, al igual que nosotros, es creación de Dios. Porque, ciertamente, es fácil amar a los que nos aman, y en ninguna forma tiene mérito hacer esto, porque incluso los incrédulos aman a los que les aman; lo difícil de esto es poder amar a los que no nos aman, es más, a los que nos aborrecen.

Volviendo al tema central, la palabra nos insta a sentir un amor sincero, sin mentiras, sin máscaras. Es maravilloso sentir la transparencia de ver a las personas a los ojos y mostrarles, sin miedo a nada, el amor que Dios ha puesto en Ti; no esperando recibir absolutamente nada a cambio, sino por el simple hecho de manifestar lo que está dentro, de liberar aquello que te inunda el alma y cuyo flujo es imposible detener. El amor es el fruto de lo que Dios ha hecho en nuestra vida: ¿haz permitido que Dios obre de forma buena? El fruto de ello es el amor. ¿No has permitido que Dios obre de forma correcta? Lo más probable es un fruto insípido y de forma indefinida.

El amar a nuestros semejantes incluye el siempre tener una sonrisa puesta, incluso para aquellos que nos atacan. La sutileza de un buen saludo adornado con una sonrisa natural, es lo que se llama autenticidad; es simplemente la cualidad de poder mostrar al mundo cuán grande es lo que Dios ha hecho en nuestras vidas, es saber que siempre serás feliz sin importar lo que pueda suceder a tu alrededor.

El sinónimo de esta simplicidad es uno: Felicidad. Porque, ¿cuán mayor felicidad que el saber a Dios dirigiendo nuestra vida? El simple hecho de tener la paz de Dios, nos lleva a ser mejores seres humanos, personas que pueden dar la mejor cara a cualquier situación en la vida; personas que son capaces de ver las cosas buenas que lo rodéan, que no necesitan que el mundo gire de forma perfectamente simétrica, sino que le basta con que simplemente gire; esto es la cualidad que nos permite sonreirle a la vida, no ESPERANDO que las cosas buenas sucedan, sino PROVOCANDO que las cosas que suceden sean buenas.

sábado, 26 de febrero de 2011

Nunca rendirse. (Dedicado como un pequeño y humilde homenaje a mis hermanos de Juventud Acción Misionera y a mi amado Padre Horacio Pérez: compañeros de batalla, parte de mi inspiración diaria, y ejemplo a seguir. Les amo y admiro amigos)


Es viernes por la noche, el plan: ir al cine con mi hermano Daniel y mi hermana Pamela. En principio la idea era ver “El discurso del rey” por aquello de las nominaciones que trae y el cartel que porta. Llegamos al cine retrasados para entrar a ver la película deseada, y decidimos buscar otra película. No tuvimos opción, solo quedaba el estreno de “127 hours”; con ello comprendo la afirmación de que “nada sucede por casualidad”.
Entramos a la sala, sin verdaderas ganas de ver dicho filme, pero ya estábamos ahi, solo restaba disfrutarla. Comienza la película. El inicio, bien; la música y la fotografía comienzan a llamar mi atención. Siempre he creído que la música juega un papel importante en la ambientación de cualquier composición audiovisual, y en este caso ignoro si técnicamente sea muy buena, pero en lo personal me gustó. La historia se va desarrollando bien, pero el inicio del momento de la película se da muy rápidamente; comienzo a preguntarme: ¿estaré viendo durante una hora quince a un tipo atrapado en un hoyo? Aburrimiento. Sin embargo, confieso que hice una declaración muy anticipada y prematura. El 80% de la película se desarrolla en el mismo lugar y con la misma persona, pero me mantuvo atento todo el tiempo. Sería de mal gusto hablar de el final de una película que la mayoría no ha visto. El desenlace: lloré, literalmente lo hice, lloré a cántaros, sollocé y sentí ese nudo en la garganta que te lleva inevitablemente al llanto. Salimos de la sala, mi hermana pregunta: ¿lloraste?; yo menéo la cabeza afirmativamente. Camino veinte metros y me siento en una banca. Mi hermana se sienta a mi distra y le pregunto: -¿escuchaste el mensaje, o solo era para mí? A lo que ella contesta sin pensarlo, así, al momento, sin preguntar absolutamente nada: -Solo era para tí. Comienzan a navegar por mi mente ideas, palabras, una voz; y lo único que ansío es conducir rápido a mi casa para escribir todo lo que pasaba por mi mente en esos momentos. Entro a mi casa, tomo mi laptop, y comienzo a escribir espontáneamente, sin pensar en la estructura literal, sin detenerme a corregir nada, simplemente permití que las palabras fluyeran por mis manos. Pido una disculpa anticipada si encuentran un desorden literario ó gramatical en el siguiente texto; digamos que fue algo escrito en una sola toma, sin cortes ni edición, y esto fue lo que resultó:

Nunca rendirse.
Camina, corre, salta, aletéa, pero nunca te rindas. Habla, no pares de hablar porque el habla es la proyección del alma misma. Nunca calles. Los sentimientos salen como pájaros, como aves ansiosas de encontrar el nido perfecto, y ¿quién soy yo para detenerles? El momento justo en el que sientes desfallecer, el instante en el que crees ya no poder, es el trabajo que te hace crecer. Ignora cada músculo que grita: ¡para! No escuches los tejidos que te arrastran a no avanzar; mucho menos pongas atención a las neuronas que mandan mensajes constantes de alerta. Porque es ese momento en el que comienzas a ganar, es ese justo instante en que comienzas a fortalecer el cuerpo/alma/espíritu/actitud. No crece cuando la situación es cómoda, no aumenta cuando las circunstancias son favorables; sino que se fortalece cuando todo parece imposible, cuando todo está en tu contra, cuando las cosas parecen no tener remedio, y en el momento en el que la vida parece perdida. Ese es el momento en el cual la vida comienza, eso es lo que te hace mejor persona, mejor ser humano; no esperes que tu actitud crezca si has vivido huyendo de los retos, no esperes que tu vida sea útil cuando te has escondido tras la sombra de lo que sea para no ser visto por los problemas; porque ciertamente, ante las dificultades es que la vida comienza.
No sé si decir que el dolor es placentero, pero estoy seguro que la sensación que hay después de un dolor intenso es lo más delicioso que he sentido en mi vida. La satisfacción que deja el tocar la línea de meta es lo que trae la paz hermosa de sentirse satisfecho, la llenura de saber -tras un pensamiento objetivo y conciso- que estas haciendo las cosas bien, es la emoción mas placentera que he sentido en mi vida. Duele, claro que duele, pero el dolor es lo que nos enseña a ser grandes, a diferenciar entre el miedo y la histeria, entre el control y el desato, entre la cordura y la locura.
Porque el miedo originalmente fue un mecanismo diseñado para alejarnos del peligro, para alertar nuestra vida; pero nunca fue pensado como una cadena que siempre nos mantiene atados a la monotonía, al ser común. Dejemos que el miedo cumpla su función: ofrecernos una opinión de alerta; pero nunca permitas que el miedo te descontrole, que se robe tu cordura, tu calma; no permitas que el miedo se apodere de tus sentimientos, no dejes que invada tus células y controle tu total accionar, porque para entonces, ya habrás perdido las grandes bendiciones que Dios tiene para tí.
Sueña, cree, lucha por esos sueños; la fe es respaldada por las obras, porque sin ellas es muerta. Los sueños son respaldados con trabajo, un sueño sin una base de trabajo es una hoja en blanco, un pensamiento que no llega a ser nunca, más que eso: un sueño; y francamente este mundo ya esta saturado de vagos soñadores, en definitiva, ya no necesitamos añadir uno más.
Aprende a vivir, y vive. Comprende que el vivir no es probar todo lo que existe, sino saber seleccionar entre todo y comer lo que le aprovecha al espíritu. Porque hoy, ciertamente la vida esta corrompida, los conceptos en torno a Dios están mayormente equivocados, y por consecuencia, los modelos de vida que se hicieron pensando en el bien, están muy por debajo de alcanzar el propósito para el que fueron pensados.
Escucha el viento, mira el cielo, siente el calor del sol, observa tu entorno; escucha a las personas, siempre tienen algo que decir (no siempre con palabras, aprende a escuchar con el espíritu); piensa, medita, es excelente hablarle a Dios, alabarle, pero en ocasiones hay que dejarlo que nos hable, hay que poner oido atento a sus palabras; mueve los dedos, parpadea, respira... estás vivo, y esa, oh hermano mío,es una razón suficiente para agradecer a Dios.
Antes de rendirte, piénsalo, tranquilízate, respira hondo, y no te lo permitas, nunca lo permitas, porque en realidad puedes estar a dos pasos de Lograrlo.

En el momento justo que escribía el párrafo que inicia con “Aprende a vivir y vive...”, apareció un lío grande, sucedió algo que me pegó en el corazón y en el ánimo. Lo lógico decía que en ese momento parara de escribir y me fuera a mi cama a pasar una noche larga y triste, pero no fue así, decidí no rendirme. Dolió, dolió mucho, sin embargo, agradezco a Dios todas las cosas malas que me suceden, porque es mediante ellas que cada día me siento más fuerte, más robusto, y más agresivo.

Escribo esto desde mi trinchera, desde mi zona de guerra. Desde el sitio en el que lucho contra el pecado, contra la ignorancia y contra el mismísimo diablo.
Todos los días parece que las provisiones y las municiones se terminan, pero en cualquier momento se aparece mi Dios con más. Todos los días me siento desfallecer, pero me mantiene vivo la idea de que tal vez, en este día, estoy a dos pasos de Lograrlo. Dios les bendiga a todos, buena semana.

sábado, 19 de febrero de 2011

Las necesidades parte 2: "El Amor: una cátedra de lo que Dios nos ordena"

Comienzo citando una frase que me vino a la mente en algún momento mientras meditaba en la palabra y trataba de comprender el verdadero significado del amor: “el amor es algo de lo que se habla mucho, pero se entiende muy poco”. Brutalmente cierto.
Estoy seguro de que si saliera a la calle y tomara una muestra aleatoria de individuos X, y preguntara: ¿sabe qué es el amor? Seguramente el 99% de las personas contestarían afirmativamente. Sin embargo, al pedir que se explicara brevemente lo que es el amor, encontraríamos respuestas como estas: “pues es cuando amas a alguien...”, “es así cuando sientes bonito al ver a alguien”... incoherencias, finalmente. Lo peor del caso, es que encontramos tan a la ligera un “Te amo”, los pobres Te amo´s han venido a ser como cualquier otra frase para agradar el oido de alguien, y han perdido su valor real. ¿Una pequeña muestra? Escribe en el google la palabra “amor” y trata de contar los resultados absurdos que arroja: eso es el significado que el mundo tiene para el amor. No cabe duda que estamos en decadencia.

Emmanuel Espinoza (vocalista de Rojo) dice algo maravilloso en uno de sus conciertos: “todos fuimos creados con un vacio tamaño Dios”. Cierto. Estadísticas mundiales alarmantes muestran porcentajes de depresión y ansiedad a la alza año con año; a esto sumamos los suicidios (que aumentan considerablemente en épocas decembrinas); pongamos también todos los asesinatos que surgen por celos o engaños maritales... la gente está buscando algo que no encuentra, ni encontrará cerca de donde está. El mundo está de cabeza, el mundo necesita Amor. El lunes pasado fue día del amor y la amistad (febrero 14); observé en la calle globos, chocolates, muñecos de peluche, anuncios de felicitación, todo menos verdadero Amor.
Veamos, ¿qué nos dice la biblia del amor?

Primero, Dios define perfectamente en su palabra las características del amor:

1a de Corintios 13:4-7:
El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
¿Te das cuenta de cuántas diferencias existen, entre lo que la gente “pretende” como amor, y lo que realmente es el amor? Desmenucemos esto, simplifiquemos:
  • Mito: el amor es simple, cuando dos personas se aman todo es perfecto. Realidad: el amor es sufrido, es difícil el proceso que lleva a una persona a ser capaz de amar, a comprender el verdadero significado del amor, y a poder externar el amor que llevamos dentro.
  • Mito: cuando amas a alguien, debes hacerlo sufrir para que aprenda a valorarte. Realidad: el amor es benigno, es decir, siempre busca el bienestar de la otra persona antes que el propio.
  • Mito: solo debes amar a aquellos que te aman. Realidad: el amor no es envidioso. Es decir, el amor nos hace alegrarnos de la fortuna de otros, y por lo tanto es un sentir que trae paz a nuestros corazones.
  • Mito: siempre te debes hacer respetar, a como dé lugar, porque Tú vales mucho. Realidad: el amor no es jactancioso. Cuando hay un amor real se entiende perfecto que como hijos de Dios tenemos un valor inigualable, pero esto no significa que seamos soberbios o nos sintamos superiores a nadie, porque la biblia es clara cuando nos dice: Mat 20:27: y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo.
  • Mito: cuando amas a alguien, debes estar dispuesto a hacer lo que sea. Realidad: el amor no hace lo indebido. Primero que nada, debemos recordar que nos debemos a nuestro creador y que por encima de todo estamos sujetos a sus leyes; por lo tanto, cuando una persona te incita a hacer algo incorrecto, es alguien que no vale la pena en lo absoluto, y no obstante, es alguien que te llevará a la perdición.
  • Mito: “te amo, pero no olvido lo que me hiciste”. Realidad: el amor no guarda rencor. La mejor manera de expresar nuestro amor es proyectando el amor que Dios ha tenido hacia nosotros; por lo tanto, si Dios ha sido misericordioso en gran manera con nosotros, ¿quienes somos para no serlo con nuestros semejantes? Aunado a que el rencor que se guarda carcome el espíritu y la salud de nuestro cuerpo. Aprendamos a perdonar.
  • Mito: el amor es puro placer. Realidad: el amor todo lo sufre, todo lo cree, todo lo soporta, todo lo espera. En pocas palabras, el amor es incondicional, y sí, hermano mío, es complicado.

Segundo, ¿hacia quién o qué debemos nuestro amor?

a) Hacia nuestro Dios: Mateo 22:37-38: Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento.

Antes de pensar siquiera en amar a una persona, debemos tener en nuestro corazón el ejemplo único del amor puro y perfecto: el Amor de Dios. No es posible ofrecer algo que no tenemos; no podemos vender zapatos si no tenemos un stock de zapatos. Antes de pensar en cualquier cosa, debemos comprender el Amor de Dios hacia nosotros: “de tal manera amó Dios al hombre, que ha dado a su hijo unigénito para que el que en Él cree no muera, más tenga vida eterna”. ¿Una mayor muestra? No lo creo.
El amor que Dios tiene hacia el hombre es puro y perfecto: 1Jn 4:10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.
Dios mismo es amor, lo que significa que si no conocemos a Dios no podemos amar, porque tampoco conocemos el amor. No podemos expresar algo que no entendemos, que ni si quiera conocemos.

b) Hacia nuestros hermanos: 1Jn 4:7 Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios.

Tenemos la firme obligación de amar a nuestros hermanos, de servirles y de mostrar siempre un apoyo, conforme al amor que Dios ha tenido hacia nosotros.

Conclusión:
Cuando conocemos a Dios, conocemos el amor. Cuando amamos a Dios, entendemos el significado del verdadero amor y podemos vivir en armonía con el resto de nuestro entorno. Una persona que ha comprendido el amor y la misericordia de Dios en su vida, es una persona totalmente íntegra, capaz de amar a las demás personas, y suficientemente apta para alumbrar el mundo, no con su amor, sino con el amor que Dios ha puesto en él.
Gracias por seguir este humilde espacio, esperando que estas sencillas líneas sean de Bendición me despido, Dios te bendiga, y nos leemos el próximo sábado.

sábado, 12 de febrero de 2011

Las necesidades parte 1: "El dinero: ¿qué, cómo y cuánto?

Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. (1a de Timoteo 6:8-10)La semana pasada uno de los miembros de mi iglesia me dijo: "Horacio, sería bueno que recibieramos un estudio sobre las necesidades que tenemos como creyentes...". En cierta forma, lo escuché tratando de escudar o de justificar el pecado en nuestra vida, a lo que respondo con el inicio de un estudio que dividiremos en cuatro partes. Por medio del mismo, trataré de demostrar (con la ayuda de Dios) que el Señor está al pendiente de nuestras necesidades como hijos, y que al mismo tiempo ha diseñado un sistema totalmente perfecto para que podamos vivir alejados del pecado, en el cual no existe una razón válida para justificar nuestro mal accionar.
En primer lugar, hablaremos del dinero. El dinero, como bien lo saben se ha convertido en una necesidad básica para cualquier persona que viva en este mundo (porque ciertamente la palabra nos dice que NO somos de este mundo, sin embargo vivimos en este mundo). Hoy ante un panorama sombrío, en donde la especulación hace que los mercados se muevan de manera que los que menos tienen son los afectados, en un mundo en el que encontramos tanta escasez, es necesario que giremos a la palabra de Dios para ver lo que su voluntad habla al respecto. Cabe mencionar que la biblia esta llena de ejemplos en los que se menciona el dinero y la perspectiva que debemos tener respecto a él, pero en este estudio trataremos de abordar algunos puntos que me parecen reelevantes y que considero es importantísimo tomar en cuenta.
Como inicio, es indispensable borrar de nuestras mentes el falso concepto que tienen algunos creyentes al decir que el dinero "es malo". El dinero, mi hermano, es un elemento totalmente amoral, es decir, carece de una orientación: el dinero no es, ni malo, ni bueno. La cuestión es el enfoque mismo que nosotros le damos. La palabra es clara en 1a de Timoteo 6:10: "la raiz de todos los males es el AMAR al dinero...". Palabra clave: AMAR. Por lo tanto, Dios aborrece que el hombre ame al dinero, porque esto se convierte en idolatría y el creyente que ama el dinero sin saberlo cae en dicho pecado.
Ahora: Dios quiere que poseamos dinero, pero no nos confundamos. El Señor al ser el dueño del oro y de la plata esta dispuesto a suplir toda necesidad, pero no todo capricho. Dios nos dice por medio de su palabra (ej. Hageo 5:8 y Deut. 8:18) que el nos da cierto derecho para poseer dinero; pero, al mismo tiempo nos da una serie de principios que debemos seguir para ser candidatos viables a recibirlo, algo así como una receta de cocina muy simple.

1) El primer principio es simple, y se llama TRABAJAR. Dios aborrece la flojera y la holgazanería. La palabra lo dice en 1a de Timoteo 5:8 "porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo". ¿Así, o más claro? Es fundamental trabajar para que el Señor bendiga nuestra economía. Así mismo, el trabajo del creyente debe ser siempre apegado a los principios y doctrina que el Señor nos ha dado; el Señor no bendice el trabajo deshonesto y tampoco bendice el ingreso producto de actividades que van en contra de las enseñanzas que nos ha dado. El trabajo es el primer principio que el Señor nos brinda para hacer dinero.

2) En segundo lugar, encontramos al AHORRO como principio clave para que el Señor bendiga cualquier economía. Es algo complejo mencionar esto, porque se puede confundir con el atesoramiento, lo cual es un pecado; sin embargo, Dios nos llama a ser previsores, y económicamente hablando el ahorro representa la previsión. Proverbios 21:20 nos menciona: "Tesoro precioso y aceite hay en la casa del sabio; Mas el hombre insensato todo lo disipa". El sabio trabaja con un margen de holgura, siempre esta listo para cualquier inconveniente y absolutamente nada le sorprende. El ahorro representa una manera de obedecer a Dios, en el sentido que, estando prevenidos, dificilmente nuestra fe será dispersada por factores económicos. No existe una cuota para ahorrar, en todo caso Dios ve nuestra actitud y bendice los graneros del siervo que le es fiel en todo sentido.

3) En tercer lugar, esta la administración. Dios es un dios de órden, por lo que el nos llama a mantenernos bajo un régimen totalmente planificado. El sabio se guía por medio de la planeación, es decir, todos y cada uno de sus movimientos son finamente calculados y premeditados. Sugerencia: elabora una lista de prioridades básicas como son ofrendas, gastos fijos (renta, electricidad, agua, alimentos, traslados, etc.), fondo de ahorro, y cualquier otro gasto que es necesario cubrir. Dios nos llama a mantener un órden en nuestros egresos, y nosotros al hacer esto obtendremos grandes beneficios y control sobre los bienes que el Señor nos ha dado a administrar.

¿Hay escasez en tu bolsillo? Hay que hacer un autoanálisis, ya que Dios puede utilizar esta situación para diciplinar nuestras vidas. Dios utiliza la escasez para mostrarnos alguna lección, para reprendernos, o simplemente para formarnos como mejores personas. Pablo habla en la carta a los Filipenses 4:12:  "Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad". Esto mismo es lo que Dios pretende para nosotros: no vivir en pobreza y en miseria, sino siervos que saben gozarse en la austeriad como en la abundancia; siervos que le den gloria sin importar lo mucho o poco que poséan; hijos que le alaben a pesar de sus tribulaciones. Esto es lo que Dios ama, y esto es lo que Dios pretende de nosotros cuando pasamos por escasez. Te invito a que reflexiones, que analices tu vida, que sepas de gente en el mundo que está muriendo de hambre, de personas que no tiene un techo o un sustento... te invito a que la próxima vez que te pongas delante de Dios para quejarte, lo pienses muy bien y te sientas avergonzado.
Nunca hay que olvidar que aquello que Dios nos ha dado no nos pertenece del todo, sino que somos administradores de los bienes del Él, y tal como administradores debemos eficientar el rendimiento de cada cosa que le pertenece a Dios.

El Señor les bendiga, y esperen el siguiente sábado la parte 2 de este estudio. Gracias.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Rola de la semana: "Mi día" (de Jesús Adrián Romero). Para escucharse a eso de las 7 am

Una conjunción de exquisitos acordes en círculo, con una armonía agradable, un arpegio de guitarra sencillamente delicioso, y la inconfundible voz de Jesús Adrián: la combinación para formar una serie de notas musicalmente atractivas para cualquier oido (fino o retraido, no importa).
Sin embargo, eso no es lo más importante de una canción; a mi manera de ver, el elemento clave es el mensaje que ésta transmite, el cual no podría existir sin la maravillosa unción de Dios. Temas que nos inspiran a correr al Padre y entregarnos en adoración a Él; o que causan un gozo mezclado con paz y euforia permanentes (combinación brutal). Estos, son temas que realmente valen la pena.
"Mi día", sin duda nos lleva por un mensaje claro: entregar nuestro día a Dios. Ante esto, no solamente comenzamos de su mano, sino que nos aseguramos de que todo salga bien.
De unos meses para acá, he incursionado en una "misteriosa" práctica que me ha rendido frutos increibles: la Oración Matutina. Y digo "misteriosa", porque tal pareciera que es algo que los cristianos no conocemos (o fingimos no conocer); tristemente miles de Cristianos salen de su casa cada día sin la cobertura expresa del Señor, y es cierto que Él nos guarda en todo momento, pero de la misma forma se goza en nuestras oraciones. La Oración Matutina es una forma de pedir al Señor que nos acompañe a donde quiera que vayamos, que se manifieste en cualquier cosa que realicemos, y por supuesto que nos guarde de todo mal durante el día; es algo como salir a la calle con un desayuno tremendamente balanceado, y además, delicioso.
Los resultados que he experimentado: mayor resistencia a las tentaciones pecaminosas, mayor comprensión de la Palabra de Dios, mayor concentración en la oración, y lo más buena-onda: estar de buenas durante todo el día (y miren que a este mundo le urge gente "de buenas").
Mi hermano, esta canción es un buen pretexto para comenzar el día de la mano de nuestro Creador. No olvides tomar tu porción matutina, el desayuno es el alimento más importante del día! Dios te bendiga,  gracias a aquellos que visitan, comentan y/o siguen este humilde espacio dedicado a nuestro Dios. El sabadito se sirve plato Fueeeeerrteeeeee! No te lo pierdas :)

sábado, 5 de febrero de 2011

Pecar "a propósito": ¿a quién le gusta que le vean la cara?

Es viernes por la noche. "Jorge" sale del culto de jóvenes, con algo de gozo, con algo de sueño. Se dirige a su casa pensando en su ansiado sábado tras una semana larga de escuela y tareas. Suena su teléfono:
-Bueno.
-Hey Jorge, qué vamos a hacer hoy.
-No sé, voy saliendo de... de... una cena... sí, una cena con unos amigos de mis padres, ya sabes, qué aburrición.
-Ok, es cumpleaños de Katy, la chica que te gusta! Vamos a ir a un bar a tomar unos whiskies o algo, ¿vienes?
-No se, estoy un poco cansado...
-¡Anda!
-Ok, voy para allá.
Jorge piensa, se siente un poco culpable. Viene a su mente Pedro negando a Jesús, también aquel versículo (que no tiene idea dónde está) que habla de que si negamos a Dios él nos negará a nosotros... ¡qué sé Yo! No importa, porque el sentimiento de culpa termina en cuanto llega al bar y observa a la espectacular Katy entallada en unos jeans y un escote que juguetea con su espalda. Jorge se sienta a la mesa. Jorge ¿te sirvo? -le pregunta Katy- Mmm... bueno, solo me tomo una. Katy pone unos cuantos hielos en un vaso, sirve algo de whisky y un poco de agua mineral. Jorge comienza a sentirse en "ambiente" y se toma dos, tres, cuatro... está hebrio. Mira la hora: 4:00 AM y dice: "me voy". Se levanta de la mesa tambaleante, y camina su auto del mismo modo. Entonces comienza el juego en su mente, pensamientos sucios, deseos desbordados, acompañados de una voz que le dice: ¿qué estás haciendo? Pero ahora el juego no importa mucho, porque sabe que en cuanto la resaca venga en un par de horas, y el alcohol haya dejado su rastro inevitable, Jorge doblará sus rodillas y sentirá arrepentimiento, pedirá perdón a Dios, y se levantará "temprano para el culto de oración sabatino".

"Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios..." (Hebreos 10:26-27).

Pecar deliberadamente, nos dice el texto. Inicio con la pregunta que anoté como título: ¿a quién le gusta que le vean la cara? Definitivamente no es mi caso, y creo que no es el caso de nadie; por lo tanto, tampoco es el caso de Dios.

Definitivamente, debemos pensar dos veces -o tres, quizás- cuando decidimos voluntariamente hacer el mal. Ciertamente Dios es amor, cierto también que Dios perdona todas nuestras ofensas, y que no existe nada en el mundo que no pueda ser redimido y limpiado por la Sangre del Cordero. Pero de la misma forma, la biblia nos habla de que Dios es fuego consumidor. El pasaje que estamos analizando lo cita claro: "fuego que ha de devorar".

Es muy común encontrarnos con "cristianos" conocedores de la palabra, sabedores de la misericordia de Dios y de su perdón inagotable, pero que tristemente, siguen buscando el mal. Sin embargo la biblia nos describe el destino de estos: "una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios". No es recomendable jugar con la misericordia de Dios; no solamente no es recomendable, es totalmente aborrecible aprovecharse de la cualidad paciente de Dios y permanecer deliberadamente en situaciones que sabemos ofenden a Dios. ¿Sigues creyendo que le podemos ver la cara? No lo creo.

Recientemente escuchaba en youtube un testimonio de personas que visitaron el infierno -en el espíritu, claro está- . Y llamó mi atención una parte en la que menciona "cristianos" ardiendo en el infierno. Es una pena que conociendo la verdad, y sabiéndonos partícipes de ella sigamos cometiendo las mismas faltas que cuando estuvimos en nuestra ignorancia. Es inconcebible que alguien que asiste a recibir el Alimento Espiritual siga siendo parte de abominables actos. Evidentemente es el fin que les espera a aquellos que no quieren abandonar los actos de la carne y buscar la real comunión con el Señor. Para un impío es una pena perder su alma, pero para un cristiano, es un verdadero insulto.

Hermano, te invito a que te pongas a cuentas con el Señor. Que pongas delante de él todas esas cosas, vicios, pensamientos, acciones, que no has podido dejar de lado. El Señor pesa los corazones, él sabe que tienes el deseo, pero que tus fuerzas no te dan a más. Pon ese pecado delante de él, arrepiéntete, y clama para que Él haga su obra en tu vida. Esfuérzate y sé valiente, dice el Señor. Dios te Bendiga.