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sábado, 5 de febrero de 2011

Pecar "a propósito": ¿a quién le gusta que le vean la cara?

Es viernes por la noche. "Jorge" sale del culto de jóvenes, con algo de gozo, con algo de sueño. Se dirige a su casa pensando en su ansiado sábado tras una semana larga de escuela y tareas. Suena su teléfono:
-Bueno.
-Hey Jorge, qué vamos a hacer hoy.
-No sé, voy saliendo de... de... una cena... sí, una cena con unos amigos de mis padres, ya sabes, qué aburrición.
-Ok, es cumpleaños de Katy, la chica que te gusta! Vamos a ir a un bar a tomar unos whiskies o algo, ¿vienes?
-No se, estoy un poco cansado...
-¡Anda!
-Ok, voy para allá.
Jorge piensa, se siente un poco culpable. Viene a su mente Pedro negando a Jesús, también aquel versículo (que no tiene idea dónde está) que habla de que si negamos a Dios él nos negará a nosotros... ¡qué sé Yo! No importa, porque el sentimiento de culpa termina en cuanto llega al bar y observa a la espectacular Katy entallada en unos jeans y un escote que juguetea con su espalda. Jorge se sienta a la mesa. Jorge ¿te sirvo? -le pregunta Katy- Mmm... bueno, solo me tomo una. Katy pone unos cuantos hielos en un vaso, sirve algo de whisky y un poco de agua mineral. Jorge comienza a sentirse en "ambiente" y se toma dos, tres, cuatro... está hebrio. Mira la hora: 4:00 AM y dice: "me voy". Se levanta de la mesa tambaleante, y camina su auto del mismo modo. Entonces comienza el juego en su mente, pensamientos sucios, deseos desbordados, acompañados de una voz que le dice: ¿qué estás haciendo? Pero ahora el juego no importa mucho, porque sabe que en cuanto la resaca venga en un par de horas, y el alcohol haya dejado su rastro inevitable, Jorge doblará sus rodillas y sentirá arrepentimiento, pedirá perdón a Dios, y se levantará "temprano para el culto de oración sabatino".

"Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios..." (Hebreos 10:26-27).

Pecar deliberadamente, nos dice el texto. Inicio con la pregunta que anoté como título: ¿a quién le gusta que le vean la cara? Definitivamente no es mi caso, y creo que no es el caso de nadie; por lo tanto, tampoco es el caso de Dios.

Definitivamente, debemos pensar dos veces -o tres, quizás- cuando decidimos voluntariamente hacer el mal. Ciertamente Dios es amor, cierto también que Dios perdona todas nuestras ofensas, y que no existe nada en el mundo que no pueda ser redimido y limpiado por la Sangre del Cordero. Pero de la misma forma, la biblia nos habla de que Dios es fuego consumidor. El pasaje que estamos analizando lo cita claro: "fuego que ha de devorar".

Es muy común encontrarnos con "cristianos" conocedores de la palabra, sabedores de la misericordia de Dios y de su perdón inagotable, pero que tristemente, siguen buscando el mal. Sin embargo la biblia nos describe el destino de estos: "una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios". No es recomendable jugar con la misericordia de Dios; no solamente no es recomendable, es totalmente aborrecible aprovecharse de la cualidad paciente de Dios y permanecer deliberadamente en situaciones que sabemos ofenden a Dios. ¿Sigues creyendo que le podemos ver la cara? No lo creo.

Recientemente escuchaba en youtube un testimonio de personas que visitaron el infierno -en el espíritu, claro está- . Y llamó mi atención una parte en la que menciona "cristianos" ardiendo en el infierno. Es una pena que conociendo la verdad, y sabiéndonos partícipes de ella sigamos cometiendo las mismas faltas que cuando estuvimos en nuestra ignorancia. Es inconcebible que alguien que asiste a recibir el Alimento Espiritual siga siendo parte de abominables actos. Evidentemente es el fin que les espera a aquellos que no quieren abandonar los actos de la carne y buscar la real comunión con el Señor. Para un impío es una pena perder su alma, pero para un cristiano, es un verdadero insulto.

Hermano, te invito a que te pongas a cuentas con el Señor. Que pongas delante de él todas esas cosas, vicios, pensamientos, acciones, que no has podido dejar de lado. El Señor pesa los corazones, él sabe que tienes el deseo, pero que tus fuerzas no te dan a más. Pon ese pecado delante de él, arrepiéntete, y clama para que Él haga su obra en tu vida. Esfuérzate y sé valiente, dice el Señor. Dios te Bendiga.

1 comentario:

  1. Me gusto mucho, espero poder seguir leyendo tus publicaciones, buen análisis de la palabra. Cdt, DTB

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