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sábado, 26 de febrero de 2011

Nunca rendirse. (Dedicado como un pequeño y humilde homenaje a mis hermanos de Juventud Acción Misionera y a mi amado Padre Horacio Pérez: compañeros de batalla, parte de mi inspiración diaria, y ejemplo a seguir. Les amo y admiro amigos)


Es viernes por la noche, el plan: ir al cine con mi hermano Daniel y mi hermana Pamela. En principio la idea era ver “El discurso del rey” por aquello de las nominaciones que trae y el cartel que porta. Llegamos al cine retrasados para entrar a ver la película deseada, y decidimos buscar otra película. No tuvimos opción, solo quedaba el estreno de “127 hours”; con ello comprendo la afirmación de que “nada sucede por casualidad”.
Entramos a la sala, sin verdaderas ganas de ver dicho filme, pero ya estábamos ahi, solo restaba disfrutarla. Comienza la película. El inicio, bien; la música y la fotografía comienzan a llamar mi atención. Siempre he creído que la música juega un papel importante en la ambientación de cualquier composición audiovisual, y en este caso ignoro si técnicamente sea muy buena, pero en lo personal me gustó. La historia se va desarrollando bien, pero el inicio del momento de la película se da muy rápidamente; comienzo a preguntarme: ¿estaré viendo durante una hora quince a un tipo atrapado en un hoyo? Aburrimiento. Sin embargo, confieso que hice una declaración muy anticipada y prematura. El 80% de la película se desarrolla en el mismo lugar y con la misma persona, pero me mantuvo atento todo el tiempo. Sería de mal gusto hablar de el final de una película que la mayoría no ha visto. El desenlace: lloré, literalmente lo hice, lloré a cántaros, sollocé y sentí ese nudo en la garganta que te lleva inevitablemente al llanto. Salimos de la sala, mi hermana pregunta: ¿lloraste?; yo menéo la cabeza afirmativamente. Camino veinte metros y me siento en una banca. Mi hermana se sienta a mi distra y le pregunto: -¿escuchaste el mensaje, o solo era para mí? A lo que ella contesta sin pensarlo, así, al momento, sin preguntar absolutamente nada: -Solo era para tí. Comienzan a navegar por mi mente ideas, palabras, una voz; y lo único que ansío es conducir rápido a mi casa para escribir todo lo que pasaba por mi mente en esos momentos. Entro a mi casa, tomo mi laptop, y comienzo a escribir espontáneamente, sin pensar en la estructura literal, sin detenerme a corregir nada, simplemente permití que las palabras fluyeran por mis manos. Pido una disculpa anticipada si encuentran un desorden literario ó gramatical en el siguiente texto; digamos que fue algo escrito en una sola toma, sin cortes ni edición, y esto fue lo que resultó:

Nunca rendirse.
Camina, corre, salta, aletéa, pero nunca te rindas. Habla, no pares de hablar porque el habla es la proyección del alma misma. Nunca calles. Los sentimientos salen como pájaros, como aves ansiosas de encontrar el nido perfecto, y ¿quién soy yo para detenerles? El momento justo en el que sientes desfallecer, el instante en el que crees ya no poder, es el trabajo que te hace crecer. Ignora cada músculo que grita: ¡para! No escuches los tejidos que te arrastran a no avanzar; mucho menos pongas atención a las neuronas que mandan mensajes constantes de alerta. Porque es ese momento en el que comienzas a ganar, es ese justo instante en que comienzas a fortalecer el cuerpo/alma/espíritu/actitud. No crece cuando la situación es cómoda, no aumenta cuando las circunstancias son favorables; sino que se fortalece cuando todo parece imposible, cuando todo está en tu contra, cuando las cosas parecen no tener remedio, y en el momento en el que la vida parece perdida. Ese es el momento en el cual la vida comienza, eso es lo que te hace mejor persona, mejor ser humano; no esperes que tu actitud crezca si has vivido huyendo de los retos, no esperes que tu vida sea útil cuando te has escondido tras la sombra de lo que sea para no ser visto por los problemas; porque ciertamente, ante las dificultades es que la vida comienza.
No sé si decir que el dolor es placentero, pero estoy seguro que la sensación que hay después de un dolor intenso es lo más delicioso que he sentido en mi vida. La satisfacción que deja el tocar la línea de meta es lo que trae la paz hermosa de sentirse satisfecho, la llenura de saber -tras un pensamiento objetivo y conciso- que estas haciendo las cosas bien, es la emoción mas placentera que he sentido en mi vida. Duele, claro que duele, pero el dolor es lo que nos enseña a ser grandes, a diferenciar entre el miedo y la histeria, entre el control y el desato, entre la cordura y la locura.
Porque el miedo originalmente fue un mecanismo diseñado para alejarnos del peligro, para alertar nuestra vida; pero nunca fue pensado como una cadena que siempre nos mantiene atados a la monotonía, al ser común. Dejemos que el miedo cumpla su función: ofrecernos una opinión de alerta; pero nunca permitas que el miedo te descontrole, que se robe tu cordura, tu calma; no permitas que el miedo se apodere de tus sentimientos, no dejes que invada tus células y controle tu total accionar, porque para entonces, ya habrás perdido las grandes bendiciones que Dios tiene para tí.
Sueña, cree, lucha por esos sueños; la fe es respaldada por las obras, porque sin ellas es muerta. Los sueños son respaldados con trabajo, un sueño sin una base de trabajo es una hoja en blanco, un pensamiento que no llega a ser nunca, más que eso: un sueño; y francamente este mundo ya esta saturado de vagos soñadores, en definitiva, ya no necesitamos añadir uno más.
Aprende a vivir, y vive. Comprende que el vivir no es probar todo lo que existe, sino saber seleccionar entre todo y comer lo que le aprovecha al espíritu. Porque hoy, ciertamente la vida esta corrompida, los conceptos en torno a Dios están mayormente equivocados, y por consecuencia, los modelos de vida que se hicieron pensando en el bien, están muy por debajo de alcanzar el propósito para el que fueron pensados.
Escucha el viento, mira el cielo, siente el calor del sol, observa tu entorno; escucha a las personas, siempre tienen algo que decir (no siempre con palabras, aprende a escuchar con el espíritu); piensa, medita, es excelente hablarle a Dios, alabarle, pero en ocasiones hay que dejarlo que nos hable, hay que poner oido atento a sus palabras; mueve los dedos, parpadea, respira... estás vivo, y esa, oh hermano mío,es una razón suficiente para agradecer a Dios.
Antes de rendirte, piénsalo, tranquilízate, respira hondo, y no te lo permitas, nunca lo permitas, porque en realidad puedes estar a dos pasos de Lograrlo.

En el momento justo que escribía el párrafo que inicia con “Aprende a vivir y vive...”, apareció un lío grande, sucedió algo que me pegó en el corazón y en el ánimo. Lo lógico decía que en ese momento parara de escribir y me fuera a mi cama a pasar una noche larga y triste, pero no fue así, decidí no rendirme. Dolió, dolió mucho, sin embargo, agradezco a Dios todas las cosas malas que me suceden, porque es mediante ellas que cada día me siento más fuerte, más robusto, y más agresivo.

Escribo esto desde mi trinchera, desde mi zona de guerra. Desde el sitio en el que lucho contra el pecado, contra la ignorancia y contra el mismísimo diablo.
Todos los días parece que las provisiones y las municiones se terminan, pero en cualquier momento se aparece mi Dios con más. Todos los días me siento desfallecer, pero me mantiene vivo la idea de que tal vez, en este día, estoy a dos pasos de Lograrlo. Dios les bendiga a todos, buena semana.

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